«¡Apenas me sonríe! ¡¿No soy su sobrino biológico?!».
Aunque Sergio no se sentía feliz por ello, ya se había reducido a nada más que un sirviente, sirviendo té y bocadillos. En un momento, Miguel le pidió que sirviera té, y al siguiente, le pidieron que tomara unos bocadillos.
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