Ella había crecido y se había vuelto más hermosa, luciendo saludable y radiante. Era evidente que su padre la adoraba y la había criado bien.
Después de desatar la cuerda, Carmen colocó su pie descalzo en el suelo, pero la superficie rugosa de los ladrillos le hizo daño, así que tuvo que levantarlo. Entonces tambaleó y cayó en los brazos de Quinton, mientras él la levantaba y decía: "Carmen, te llevaré con tu papá y mamá".
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