En su memoria, aquel hombre y aquella mujer habían congeniado muy bien: sus intereses y aficiones eran similares, y tenían un fuerte vínculo entre ellos. Por desgracia, sus familias estaban muy en contra de su relación, y no podían casarse. Al final, él había ido en contra de los deseos de todos y les había permitido casarse.
—Cayetano, gracias por bendecir nuestro matrimonio. Además, a Cecilia y a mí nos gustaría que nombraras a nuestros futuros hijos, si es posible.
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