Entrada la noche, Sophia se sentó frente a la ventana de piso a techo, contemplando la vista exterior. Con el paisaje de Ciudad Bahía reflejado en sus ojos, permaneció en silencio y ensimismada mientras su mente divagaba.
Ya era medianoche cuando Michael, que había estado filmando, regresó. Al entrar, encontró a Sophia acurrucada en el alféizar de la ventana, aún ensimismada.
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