Al llegar a la cámara de criopreservación, ella rompió en pedazos la carta que Michael le había escrito. Arrojó los trozos rasgados de la carta amarillenta y el sobre lejos, dispersándose por el suelo como copos de nieve.
Miró a Michael, que dormía pacíficamente, y lloró desesperadamente, "¡Michael, desgraciado! ¿Por qué debería perdonarte? ¿Cómo podría aceptar que te fueras sin despedirte? ¿Realmente crees que podré dejarte fácilmente para buscar una nueva relación? ¡Eso es imposible! ¡Es imposible!"
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