En cuanto se reveló el amuleto, Celso se enfadó al instante. Había querido esconder el amuleto con Sofía para que los Martínez no lo descubrieran, ¡pero ya no era el caso! Antes, cuando llegó, ya le había recordado a Sofía que no se presentara porque temía que Nadia descubriera que tenía el amuleto.
—Tú... —murmuró Nadia, con el rostro pálido por la ira después de haber visto a través de la conspiración de Celso. Apuntando con un dedo, le gritó con fiereza—: Celso, te confabulaste con gente de fuera para robar la herencia de los Martínez. ¿No te da vergüenza?
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