—Eduardo, ¿qué quieres decir con tus acciones? Ya te he permitido acostarte con mi tío, ¿qué más quieres? ¿No te sientes al menos un poco angustiado cuando tiras tanto dinero? ¿Por qué no me das el dinero en su lugar? Después de ocho o diez años, ¡prometo devolverte diez veces la cantidad que me des! —Sergio siguió parloteando.
Sofía no respondió, sino que siguió jugando con seriedad. Mientras manipulaba la cuenta de Fénix Aterrador que pertenecía a Miguel, su avatar era tan grande que podía volar como un dios pasando por encima de la gente común del juego.
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