La patada de Victoria fue brutal. Ese golpe con su zapato de tacón puntiagudo fue suficiente para hacer volar a Simba y hacerle perder un diente. Además, su boca estaba herida y sufrió una leve conmoción cerebral.
Si hubiera sido un gato común, sus órganos podrían haber resultado heridos también. Menos mal que Simba era regordete y redondeado. Su grasa le proporcionó la protección necesaria para absorber el impacto y proteger sus órganos vitales. A pesar de eso, el veterinario insistió en que permaneciera en la instalación durante dos días adicionales para monitoreo.
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