Pronto, Sofía llevaba más de un mes viviendo en el castillo y se estaba recuperando bien. La mayoría de sus vendajes habían sido retirados y se podían ver las cicatrices en su piel. Las heridas supurantes le habían dejado cicatrices que permanecerían con ella para siempre.
Su cuero cabelludo estaba sin pelo y la piel en su cabeza parecía grotesca. Las cicatrices parecían centípedos grabados en su piel.
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