Sergio estaba encantado, pero el rostro del anciano que tenía enfrente se volvió grave, al igual que los rostros del grupo de ancianos que los rodeaban.
Todos los presentes guardaron silencio de inmediato. Tras reflexionar durante varios minutos, el anciano de pelo gris movió una de sus piezas de ajedrez para hacer un movimiento. Poco después, una mano apareció detrás de Sergio y movió el alfil de Sergio dos casillas en diagonal.
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