Los vientos invernales aullaban. Las gélidas palabras de Ye Fan se hicieron trizas por el viento que entraba. No se entretuvo. Después de decir lo que tenía que decir, se dio la vuelta y se marchó, y su esbelta figura desapareció de la vista de Tang Yun en unos instantes, dejándola sola, sola, entre el vasto cielo y la tierra.
El viento recorría las vastas tierras, agitando su larga y oscura cabellera. Tang Yun permaneció en silencio. Las palabras de Ye Fan persistían en su cabeza y llenaban sus oídos. No deseaba volver a verla. Esas pocas palabras cortantes fueron como mil dagas que atravesaron el corazón de Tang Yun.
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