Nunca pensó que una mujer enloquecida aparecería en su puerta en cuestión de horas. Tras derrotar a todos sus guardias, la mujer irrumpió en su casa y exigió conocer el paradero de Ye Fan. Wang Jiexi se quedó boquiabierto. Si hubiera sabido que Li Er decía la verdad, habría huido del país. Sin embargo, lo que de verdad irritaba a Wang Jiexi era que Li Er era la mejor persona para saber sobre la ubicación de Ye Fan. Todos en Jiangdong sabían que Yunzhou era el lugar al que el señor Chu llamaba hogar.
—Jovencita, de verdad no tengo ni idea —continuó Wang Jiexi pidiendo clemencia.
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