Era una noche tranquila. La luz brillaba a través de las ventanas de la villa mientras Lu Ziming permanecía fuera de su habitación, temblando en su delgado pijama. Su situación actual no era su elección; su alojamiento había sido invadido y tomado.
Hacía unos momentos, Ye Fan había llegado para una visita a medianoche y había pedido un lugar donde quedarse. Mientras Lu Ziming tomaba el teléfono para reservarle un hotel, Ye Fan anunció descaradamente que la casa era perfecta y que se quedaría allí unos días. Este le indicó entonces que, mientras tanto, nadie debía acercarse a la villa sin su permiso.
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