Aparte de disculparse y reconciliarse con Qiu Mucheng, Li Er tenía otra misión más importante para su viaje a Jiangbei. Quería cumplir la orden de Ye Fan y traer de vuelta a Yunzhou a la persona que más le importaba.
Las acciones de la Secta Chu habían atraído la atención del Castillo del Dios de la Guerra, y Li Er podía sentir que algo iba mal. Se acercaba un desastre inminente, y China sería probablemente el primero en llevarse la peor parte.
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