Antes de irse, Qin Feng miró a Ye Tian y sacudió la cabeza mientras suspiraba:
—Amigo mío, has hecho una estupidez. Si no lo hubieras alejado, la familia Ye de seguro se convertiría en la familia más poderosa de Jingzhou, y tú tendrías una carrera política tranquila y espectacular. Pero... olvídalo. Buena suerte, amigo mío. —Qin Feng suspiró profundo mientras acariciaba el hombro de Ye Tian, antes de darse la vuelta para marcharse.
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