El Santo de la Espada asintió al escuchar el análisis de Ye Qing-Tian sobre el asunto.
—No tienes que preocuparte demasiado por este asunto. Nadie de China murió en esta masacre de todos modos. Estoy más preocupado por la seguridad de Ye Fan ahora. Todo es culpa mía. No debería haber dejado que se uniera a esta misión. Se convirtió en un gran maestro supremo a una edad tan temprana, así que, si acaba muriendo por esto, entonces me convertiré en el mayor pecador de la historia de las artes marciales de China. —Ye Qing-Tian dio un largo suspiro. Estaba muy preocupado.
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