—Date una muerte honorable matándote a ti mismo —dijo el hombre de mediana edad con frialdad mientras se ponía delante de la cueva.
Su voz era tan tranquila y sosegada como la superficie de un lago sin fondo. Había sugerido el suicidio como si hubiera estado comentando el tiempo. Era como si la pérdida de una vida fuera algo sin importancia que ocurría todos los días.
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