El pesado cuerpo de Xing Tian voló como el de un perro lastimado y se estrelló contra la puerta antes de aterrizar en el suelo. Gimió de dolor mientras se agarraba del estómago y ni siquiera podía volver a levantarse. Xing Tian había querido aprovechar esa oportunidad para lucirse frente a Xu Mei-Feng y ganar su corazón. Nunca esperó que ese hombre de allí fuera tan cruel y resultara ser un maestro de las artes marciales. Ni siquiera había dicho nada y Ye Fan lo había echado a un lado.
Después de tener tanta confianza frente a Xu Mei-Feng antes, la cara de Xing Tian estaba terriblemente roja de vergüenza ahora. ¡Pero incluso si perdía en una pelea, no podía perder en términos de presencia!
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