Los ojos de Wu Yong eran arrogantes y su voz agresiva mientras le gritaba a Li Xue-Qi. Ese tono elevado y poderoso no exudaba más que audacia y dominio. Sus palabras eran altivas y llevaban autoridad mientras llenaban la sala.
Sus palabras fueron suficientes para que el rostro de Li Xue-Qi palideciera. Sus ojos se llenaron de asombro y empezó a temblar de rabia. Qiu Mu-Ying y su familia se limitaron a observar y alegrarse de ver sufrir a la otra parte.
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