Lv Hua siguió de pie frente a Qiu Mu-Cheng con las manos en los bolsillos del pantalón y una sonrisa encantadora en los labios. Su apuesto rostro parecía desprender una clase y una arrogancia con las que había nacido. La ligera brisa hizo que el pelo de su frente se moviera apenas. Por ese breve momento, Qiu Mu-Cheng pensó que la persona que la esperaba en la puerta no era Lv Hua, sino el joven llamado Ye Fan. Permaneció aturdida durante mucho tiempo. La voz de Lv Hua por fin la sacó de sus casillas.
—Señorita Qiu, entonces... ¿está dispuesta a comer conmigo? —preguntó de nuevo Lv Hua.
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