—Fan, no te preocupes. Tu madre y tu esposa deben estar bien. Si no, se habrían puesto en contacto con nosotros hace tiempo —consoló Ye Ya.
Ye Fan era incapaz de mantener la calma ahora. Sus ojos estaban llenos de preocupación y no quería demorarse ni un minuto. Salió de la finca en un instante.
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