El hombre de mediana edad permaneció en silencio tras escuchar las furiosas réplicas del artista marcial indonesio. Con las manos cruzadas a la espalda y la mirada fija hacia delante, parecía no haber visto a la multitud mientras pasaba junto a ella.
Ese desprecio total enfureció a los artistas marciales indonesios. Comparado con lanzarles blasfemias, el desprecio total y absoluto era el peor insulto. Se enfurecieron al instante.
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