Fue como si Ye Xi-Mei hubiera sacado una preciosa espada de su vaina cuando abrió la caja de regalo. Al abrirla, un resplandor deslumbrante surgió como olas desde el interior y en ese instante, todos en la residencia temblaron de asombro. Un trozo de tela de seda dorada brillante estaba doblada en la caja de regalo.
La esposa de Ye Ya fue a recoger la seda de la caja, la abrió frente a todos sin una palabra y un bordado de seda emergió ante los ojos de todos. La exquisita mano de obra, los hermosos y elegantes bordados de peonías dejaron sus ojos brillantes.
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