—¡Pequeño idiota! Ahora sabes que no se puede jugar conmigo, ¿verdad? ¡HUMM! —gritó Zhang Wen-Ya con suficiencia a Ye Fan cuando lo vio quedarse quieto donde estaba. Pensó que se había asustado por el comportamiento dominante de su novio.
En ese momento, la voz clara y fuerte del maestro de ceremonias llegó desde el salón principal del restaurante:
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