El vasto cielo era rojo sangre. En la cima del monte Yunding, una figura distante se erguía como una larga lanza.
En el momento en que emergió, todo el mundo tuvo la sensación de que las grandiosas montañas no eran más que su telón de fondo. Su pelo y sus ropas ondeaban al viento, y el sol poniente lo pintaba de rojo. De pie en el horizonte, contempló las montañas con una mirada insondable.
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