Sus sentimientos de sorpresa, incredulidad y rabia eran tan intensos que tenían ganas de hacer pedazos a Ye Fan en el acto.
—¡Mátalo! ¡Ye Fan debe morir! ¡No se puede permitir que un forastero aprenda nuestra técnica secreta! —gritó el jefe de ancianos de la Secta Chu.
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