Las consecuencias de la explosión continuaron arremetiendo. La aterradora onda de choque había casi aplanado toda la cordillera, y el huracán que había causado se extendió por la mitad de China. Incluso a decenas de kilómetros de distancia, se podía ver el huracán y la enorme nube en forma de hongo elevándose hacia el cielo.
Nadie sabía cuánto tiempo había pasado. La polvareda acababa de asentarse, y el lugar donde habían estado Ye Fan y Huangniu era ahora sólo una ruina espantosa. Ese cráter redondo tenía más de cien metros de ancho.
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