Eran casi las 9 de la mañana. La familia Qiu estaba sentada en el pasillo y esperaba que llegara su primer grupo de invitados. El viejo Amo Qiu estaba lleno de orgullo mientras se sentaba erguido en el asiento principal y se veía tan digno como el padre del emperador reinante. Vestía traje e incluso corbata en esa rara ocasión. Era evidente lo mucho que significaba para él esa celebración.
—Qiu Guang, la mayoría de nuestros invitados deberían llegar pronto, ¿verdad? —preguntó el viejo Amo Qiu lentamente mientras se giraba para mirar a Qiu Guang después de beber un poco de té. Qiu Guang miró su reloj y respondió—: Eso es correcto. Son las 9 de la mañana y ya casi es hora.
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