Los gritos de Michael seguían resonando en el patio. Sin embargo, a Ye Fan ya no le importaba. Su único pensamiento en ese momento era salvar a Angie. Aunque su cuerpo había empezado a enfriarse, y no se apreciaban signos vitales en ella, Ye Fan no se resignaba. Sabía que tenía que intentar salvarla.
—¡Angie! ¡Aguanta! ¡Debes aguantar! —Ye Fan llevó a Angie a la habitación como un loco a pesar de que su cuerpo estaba cubierto de sangre y suciedad.
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