Las ondas se extendieron por el tranquilo Lago Oeste. Qiu Mucheng, que había perdido la esperanza y quería ahogarse, se encontró flotando en el agua. Las ondas emitían corrientes de energía que la mantenían a flote.
Estaba aturdida y desconcertada por la espeluznante escena, pero al mismo tiempo, devastada.
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