—¡Maldición! ¿Qué demonios acabo de hacer? ¡Maldita seas, Logística Hiedra! ¡Malditos sean todos!
Los gritos furiosos y angustiados de Meng Chuan se podían escuchar por toda la villa. Entonces corrió hacia el baño y empezó a vomitar sin control.
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