—Te aliaste con otros oficiales y abusaste de los miembros de la Fuerza del Dragón Verde. Aunque hayan abandonado Jiangdong y ya no tengan nada que ver con el ejército de Jiangdong, sigues arrinconándolos. Lin Qing-He, ¿en verdad no sientes ningún remordimiento por tus acciones? Eres un comandante, pero has abusado de tu autoridad y has hecho pasar un infierno a tus subordinados. ¿No sientes ninguna vergüenza? —dijo Lu Tian-He sin una pizca de emoción en su rostro.
Su voz era como la pesada cuchilla de la guillotina, que se balanceaba con fuerza al imponer el juicio a los culpables.
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