Zhou Sheng parecía enfadado y estaba a punto de darse la vuelta e irse, pero Han Dong-Min se apresuró a retenerlo. Después de todo, si el amo Liu se emocionó tanto, entonces la jadeíta en manos de Zhou Sheng debía tener un valor increíble. Si esta vez conseguía una pieza en realidad buena, recuperaría todo lo que había pagado antes, e incluso podría completar su misión de comprar jade sin agotar el presupuesto que le había dado la oficina de la ciudad.
Con eso en mente, no había manera de que Han Dong-Min dejara ir a Zhou Sheng.
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