—Mike, ¿verdad? Hazme un favor y déjala libre. Es la hija de mi amigo y tengo que cumplir mi promesa con él. —Su voz sonaba tranquila y suave y se sentía como una suave brisa.
Sin embargo, en el momento en que empezó a hablar, el ambiente se quedó en silencio. Sólo su tranquila voz resonó en el aire. En un instante, todas las miradas se volvieron al unísono hacia el origen de la voz. Todos querían saber quién tenía las agallas para exigir favores a la Secta Chu. Sus ojos se dirigieron a un joven delgado que sonreía de pie entre la multitud.
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