—Na... nadie puede entrar.
Su profunda y ronca voz resonó en silencio por todo el valle mientras el sol se ponía. Quizás debido a la gravedad de sus heridas, o a lo débil que estaba, su voz sonaba apagada. Sonaba como una vela en el viento, a punto de extinguirse en cualquier momento. A pesar de lo débil que era su voz, resonó con fuerza cuando todos la escucharon.
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