Li Hong-Ze había hablado en voz alta. Muchos de los que estaban alrededor lo habían oído. Entre ellos, Wu Wei-Tao y He Lan-Shan. Saltaron de terror al instante. La sangre se escurrió de sus rostros con rapidez. Sabían en qué problema se encontraban ahora.
Su terror les impidió dar un paso adelante y declarar que eran los jefes de Yunzhou y Jiangdong. Sin embargo, el subordinado de Li Hong-Ze no tardó en llamarlos.
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