—Me halagas. Sólo soy un hombre ordinario. No merezco tales elogios, y mucho menos este título —dijo Ye Fan con suavidad, sin expresión, y con una pizca de frialdad en su tono.
—Cielos, señor Chu, por favor, tenga cuidado con lo que dice. ¿No tiene idea de con quién está hablando ahora?
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