—Joven Maestro, mis heridas se curaron hace mucho tiempo. Ahora puedo matar a un toro de un puñetazo. Vigilar a Yanjing por ti ya no es un problema, así que no tienes que preocuparte más por mí. —Tong Shan sonrió mientras reía de forma tonta.
Este hombre medía más de dos metros, pero era tan honesto como un niño frente a Ye Fan. Ye Fan sacudió la cabeza y se rió del chico alto pero tonto que tenía delante.
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