Cuando Ye Fan regresó a la cámara de piedra con las nalgas sangrantes, Wan'er y Angie ya se habían cambiado de ropa. Ye Fan no se atrevió a mirarlas, pero Huangniu sí. Sus ojos se llenaron de remordimiento al contemplar a las dos chicas de impresionante belleza que tenía delante. Las lágrimas corrían por su rostro mientras las observaba.
―Qué desperdicio de regalos preciosos.
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