—¡No puedo permitirme morir! ¡En verdad no puedo! Si me perdonas, yo, Reilo, haré cualquier cosa para redimir mis pecados de hoy!
Los diez extraños artistas marciales se arrodillaron temerosos ante Ye Fan. Sus rostros estaban petrificados y parecían estar en gran desesperación. Reilo, en particular, estaba bastante pálido. Se inclinó ante Ye Fan. Había utilizado tanta fuerza para inclinarse que su frente empezaba a sangrar.
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