—Gerente Sun, ¿no cree que ha ido demasiado lejos? Está bien si me echa, pero ¿qué mal ha hecho ella? ¿Cómo ha podido despedirla? —Aunque Ye Fan tenía el ceño fruncido, su voz permanecía tranquila. Pero la frialdad en esas palabras era muy evidente.
Qiu Mu-Cheng sabía que Ye Fan estaba de verdad enfadado ahora. Pero el gerente Sun no se molestó por el temperamento de Ye Fan. En su lugar, se rió y lo miró con arrogancia.
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