Ye Yu-Yan sabía que lo había perdido todo en el momento en que había puesto un pie en su celda. Ya no era el orgullo de sus padres, ni la niña prodigiosa de la familia Ye. Su nombre ya no traería orgullo ni gloria a nadie. Todo lo que traería era vergüenza y deshonor.
Ye Yu-Yan había nacido con una cuchara de plata en la boca. Había tenido el amor y la adoración de todo el mundo y había conseguido todo lo que había querido. Su situación actual fue un golpe devastador para su ego.
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