Los ojos de Chen Nan estaban rojos por el llanto, y su bonita carita estaba llena de tristeza. En cuanto sus ojos se posaron en Ye Xi-Mei y Qiu Mu-Cheng, la joven no pudo contener la angustia que sentía en su interior por más tiempo. Estalló en otro ataque de lágrimas.
—Oh Dios, tía Ye, Mu-Cheng, ¡lo siento tanto! Lo siento tanto...
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