—¡Masami! ¡Pequeño bastardo! ¡De verdad la has matado! ¡Mereces mil muertes! El círculo de artes marciales japonesas nunca te dejará libre. ¡Te golpearán hasta que sólo queden tus cenizas!
El viento frío recorrió el Santuario de la Espada. Nakai Masami estaba muerta y clavada en la pared con dos amenazantes espadas atravesando su pecho. La forma en que murió dejó a todos aterrorizados.
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