—Todo lo que puedo decir es que eres una actriz terrible. Desde el momento en que prometiste ser mi esclava y ayudarme a cazar a Mochizuki Kawa, me di cuenta de que no lo hacías de todo corazón. Todo fue una actuación. Quieres llevarme a Tokio y atraerme a una trampa en el Santuario de la Espada, ¿verdad? —dijo Ye Fan con calma mientras sonreía con las manos en su espalda.
Miró con burla a la joven que tenía delante. Desde el principio, sabía que ella sólo fingía someterse a él, y que todo formaba parte de una trampa que Mochizuki Kawa había tendido. Sin embargo, no dijo nada. No le importaba. A sus ojos, ese tipo de planes eran un juego de niños. Y eran ineficaces frente al verdadero poder.
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