El Sr. Fang y su hija parecían cada vez más preocupados. Sus rostros se volvieron pálidos mientras agachaban la cabeza y permanecían inmóviles con el sudor goteando de sus frentes.
—Señor Fang, ¿le importaría explicar lo que está pasando? Apresúrense y explíquense —dijo Chen Nan. Rápido se dió cuenta de lo que estaba ocurriendo.
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