—Viviremos aquí a partir de ahora entonces. Traeré mis cosas esta noche —dijo Qiu Mu-Cheng con entusiasmo mientras caminaba descalza por la alfombra.
Se veía tan feliz que parecía un gorrión que se hubiera liberado de su jaula. La cara de Ye Fan también estaba llena de profunda gratificación y sonrisas. Esa felicidad debe ser la razón por la que los hombres trabajan duro todo el día. ¡Era el mayor consuelo de Ye Fan ver lo feliz que era su mujer!
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