—¿Qué demonios? ¿Me estás tomando el pelo? ¿El edificio de la Gran China es el que nos invitó oficialmente y ahora no se nos permite entrar? ¡Eso es ridículo! —Li Yuan y su madre gritaron y parecía que iban a pelearse con el guardia de seguridad.
A Li Lu-Bin se le ocurrió una idea mejor y sacó la tarjeta de invitación para mostrársela al guardia de seguridad.
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