—Abuelo, ¿y ahora qué? ¿Vas a hacer algo al respecto? —preguntó Lu Wan-Er preocupada mientras miraba a su abuelo.
Ella pudo percibir que ahora, la pelea no era sólo una cuestión de la futura situación política de Yanjing, sino una cuestión de la dignidad de China. Si permitían que los japoneses derrotaran a todas las potencias de Yanjing y las dominaran, sería una vergüenza a nivel nacional.
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