Han Dong-Min solía regañar a Han Shao-Jie por jugar juegos en su teléfono. Entonces, al instante que sintió la presión de la mirada de todos sobre él, Han Shao-Jie pensó que su padre no estaba contento con que volviera a jugar. En medio de su pánico y miedo, Han Shao-Jie inclinó la cabeza y dijo en voz baja:
—Papá, me equivoqué.
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